martes, 9 de septiembre de 2008

Maracaibo 479 años corren por mis venas

José Rafael Rivero

Maracaibo Inmensa, Maracaibo Diamantina, Así es Maracaibo, Maracaibo es Otra Cosa, Sentir Zuliano, La Ciudad más Bella… y faltaría espacio para enumerar la cantidad de composiciones que poetas gaiteros han concebido para elogiar y obsequiar nuestra ciudad, amada por el sol, desbordada de calor zuliano e impregnada de reverberaciones que hacen de esta localidad: blasón de los zulianos.

A 479 años de la fundación de la ciudad de Maracaibo, la segunda más importante de Venezuela, sentimos un orgullo insondable, por haber nacido en esta tierra signada por hombres trascendentes como Urdaneta, Baralt, Pérez, Fernández Morán, Astolfo Romero, Ricardo Aguirre González, Antonio J. Pachano, y otros que han erguido el nombre de nuestra Maracaibo idolatrada.

En este día de recuerdos y celebraciones compartimos con ustedes la voz de un hombre de magnífica esencia poética: Hesnor Rivera, zuliano sin paralelos.

¡¡¡¡MIL BENDICIONES A NUESTRA CIUDAD!!!! Son los deseos del equipo de Dos pa’ tres, el primer podcast gaitero…


Señas de identidad

Nacer en Maracaibo significa
que uno anda casi siempre
-no se sabe de qué sitio- muy lejos.

A diario el eco de la nostalgia
se vuelca sobre sus propias huellas.
Golpea con la noche las piedras
chorreantes de los mercados a flote
donde anida todo el tiempo la luna.
Hace aparecer de repente banderas
en el alto palomar de las naves.
Desnuda con sus ráfagas la brisa
olorosa a legumbres y atrapada
bajos los bloques de calor de los muelles.
Viaja de espaldas a su rumbo
como el ángel tutelar del vacío.
Embriaga de regreso el sobresalto
de los navegantes que beben
a grandes sorbos todo el sol de las costas.

El eco de la nostalgia regresa.
Ha regresado sin cesar por las zanjas
que abre una mirada en el viento.
Toca la puerta de la casa. Raspa
con sus uñas de pequeño trueno
las ventanas que limitan por fuera
y por dentro las calamidades
del corazón solitario.

Y nadie sabe con seguridad si parte
o si retorna a reconocer su origen
como a los despojos de algún deudo lejano.

Nacer en este puerto representa
ver alrededor el cielo tantas veces
como lo permiten las resonancias mágicas
de una mirada que se quiebra en mil piezas.
Representa la conquista del caos
que organiza a su sabor los sentidos.
La conquista de la desaparición sin motivo
bajo el empuje cautivante del fuego
que se arroja por encima del hombro.

Desde la orilla de la ciudad entonces
uno mira la partida del bosque.
Desde la orilla del bosque la partida
del lago ensimismado en su vuelo.
Desde la orilla del lago la partida
del corazón por el alba
-navega hacia la zona entrevista
por el eco de la nostalgia de nada.

El eco llega de muy lejos al centro
de la casa que se vuelve lejana
y se hace tan pequeña en el tiempo
que dan ganas de llorarla.

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